El Mundo:



Fascismo en los tiempos de la decadencia occidental.





Por: Antonio García // Fuentes: La Tizza

   
         


 

 
 
         
           
             

 

 

Madrid fue sede de la convención de la ultraderecha global, «Viva Vox 2024». Un evento organizado por el partido Vox, de España, en el mes de mayo. Tal vez sea el episodio que avizora un giro en la estrategia de dominación y control trazada, en medio de una aguda crisis de «Occidente». Es de resaltar que allí, participaron personajes como el presidente de Argentina Javier Milei, Giorgia Meloni de Italia, Marine Le Pen de Francia y Viktor Orbán de Hungría. Este evento, realizado en el Palacio Vistalegre Arena, gozó de amplia cobertura mediática y propagandística.

También estuvieron presentes personajes como José Antonio Kast, quien se prepara como candidato para las próximas elecciones en Chile; y el recién elegido primer ministro de Portugal André Ventura, entre otros.

Si bien existen diferencias inocultables entre estos sectores de la derecha, el evento estuvo cargado de acciones, palabras y posturas de odio frente al pensamiento social, a las propuestas sociales redistributivas y de mensajes contra la esencia de lo público. Además, se escucharon voces haciendo referencia a la necesidad de redoblar esfuerzos para fortalecer la batalla cultural y política por «la libertad contra la ruina de la izquierda», como afirmó Milei. Fue precisamente el argentino quien terminó como el personaje más visible de este grupo e ideología.

Se abordaron temas de especial interés para los asistentes: la oposición a las migraciones, la confrontación con la diversidad sexual, y la defensa de un extremo e irracional nacionalismo europeo. En tiempos de decadencia occidental, en plena crisis de un mundo unipolar y hegemónico, rebrota este creciente extremismo que se parece cada vez más a una forma de fascismo.

Humberto Eco emitió un importante discurso que nos da luces para comprender el momento que vivimos. En su ensayo «Ur-Fascismo» o «Fascismo Eterno», se evidencian algunas de las características, de estas posiciones de derecha:

1. Un fuerte culto a la tradición, que idealiza el pasado rechazando cualquier modernismo.
2. Desprecio por la ciencia y el conocimiento.
3. Populismo selectivo, en el cual el líder se presenta confusa y falsamente como un salvador, como la voz auténtica del pueblo, pero al que en realidad desprecia y aborrece.
4. Distorsión del lenguaje, de su significante y significado para confundir, manipular y controlar.
5. Atacan toda posibilidad de pensamiento crítico.
6. Promueven un tipo de régimen político fuerte, para mantener sus privilegios y poder.



Miguel Urbán, en su libro «El viejo fascismo y la nueva derecha radical», compara las expresiones de esta última con el viejo fascismo. Destaca cómo estos movimientos de ultraderechas contemporáneas reutilizan símbolos, discursos y tácticas propias del fascismo, adaptándolas a la nuevas realidades sociales y políticas. En esta misma línea, Urbán analiza el papel que juegan hoy las redes sociales, plataformas digitales para difundir su mensaje. Esto se acompaña con el uso del miedo y la desinformación.

Boaventura de Sousa, por su parte, nos habla del Fascismo social como una consecuencia del sistema cultural y de información, trazado por los mass media y la propaganda. Una forma insidiosa y omnipresente de opresión y control que infiltra las estructuras y prácticas de la vida cotidiana. A diferencia de la violencia del fascismo tradicional, el fascismo social opera de manera más sutil y encubierta, pero sus efectos son igualmente devastadores. Se caracteriza por una clara erosión de los derechos sociales, económicos y ambientales; por la total negación del derecho a la paz; se normalizan la violencia, la opresión y la represión. El otro es deshumanizado. En este contexto, es imposible pensar en un ejercicio cierto de participación efectiva, transformadora. «El otro» incluye a los migrantes, las minorías étnicas y religiosas, la comunidad LGBTIQ+ y la población empobrecida. El racismo y otras múltiples formas de discriminación se normalizan e institucionalizan. La mayoría del pueblo es continuamente marginada y excluida.

En todas estas expresiones y explicaciones del fascismo se suma un constante desmantelamiento de la democracia en nombre de la «democracia». Se ataca al Estado como garante de derechos. Aunque perviven instituciones, estas se socavan por una corrupción abierta y cínica, que acompaña a estas tendencias. Al mismo tiempo, dichas instituciones son impactadas por la sistemática manipulación mediática y el poder desmedido que se les da a las corporaciones y a las élites económicas.

A todo esto se suma un control ideológico y cultural en donde los medios juegan un papel central en tanto son los encargados de difundir pensamientos, sentires y maneras de explicar el mundo sobre la base de la estigmatización, la exclusión y el odio.

Este es un breve recorrido en torno a lo que algunos pensadores advierten sobre lo que ya es un hecho: el avance de la irracionalidad y la deshumanización. El crecimiento y posicionamiento de una fuerte corriente de corte fascista es, en última instancia, una reacción de «Occidente» en medio de su curva decadente.

Nos queda redoblar esfuerzos para articular las resistencias y la creación de alternativas desde abajo, fortalecer la lucha ideológica, cultural y de sentido, la lucha por el socialismo, por una cultura de la solidaridad, de lo común. Asimismo, recuperar el valor de lo público y consolidar la defensa de los bienes comunes, retos todos que incluyen la movilización del pensamiento, del sentir, de la esperanza, la justicia social, la defensa de la madre tierra, la construcción colectiva de múltiples planes de vida en territorios urbanos y rurales. Debemos concentrarnos también en la formación y cualificación colectivas, la constante construcción colectiva del pensamiento y los sentidos que significan nuestras luchas. Nos queda, entonces, multiplicar nuestras luchas.

 


 
 

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